jueves, 9 de octubre de 2014

La cosa peluda del potrero


Los tres chicos rodearon la bola peluda con los ojos abiertos como platos.

-¿Qué es? -preguntó Nacho con asco.

Lucas torció la boca. Santiago propuso:
-¿No será un bebé extraterrestre que cayó de una nave? Yo vi un documental.

Estaba serio. En el fondo tenía mucho miedo. De ese miedo que te aprieta la panza. Nacho agarró una rama y movió el bulto. Sus amigos dieron un paso atrás.

-¡Che, no me dejen solo! -se quejó.

La cosa se movió. Los tres pegaron un salto y Santiago ahogó un grito. Le daba mucha vergüenza ser el más cobarde.

-¡Se movió! ¿La viste? ¿La viste?

Nacho estaba inquieto. Rodeó la bola desde lejos. Cada tanto se agachaba y la miraba de cerca, como un inspector.

La cosa volvió a moverse.

-¡Yo me voy a mi casa! -gritó Santiago, temblando.

Y salió corriendo tan rápido que perdió un botín amarillo y se olvidó la pelota. El potrero estaba desierto y ya el sol empezaba a ocultarse. Lucas se agarró la cabeza. Mientras tanto Nacho seguía investigando, rama en mano. La cosa cada tanto se ladeaba.

-Dale, Lucas, vení.

Nacho parecía ansioso. De pronto la bola empezó a agrandarse. ¡Más y más! Se estiraba... Una pata, dos patas, tres patas... Lucas contaba para adentro. La cosa asomó una oreja. ¡No! ¡Dos orejas! Nacho miró a su amigo.

-¿Tanto lío por un gatito? -dijo riendo.

En el fondo estaba descorazonado. Qué aventura aburrida encontrar un gato. Un extraterrestre hubiera sido mucho más interesante de contar en la escuela. La cosa, devenida gato, estiró su última pata y maulló. Era minúsculamente minúscula. Los chicos se enternecieron. Lucas le hizo upa.

-Me lo llevo, parece que va a llover -dijo como al pasar, envolviendo al gatito en su buzo.

Los dos nenes emprendieron la vuelta despacio, con las remeras sucias de tierra y pasto. En el camino se rieron de Santiago y sus ideas locas. ¡Platos voladores! Siempre pensando en cosas raras y hablando de documentales.

El potrero quedó totalmente vacío. Ya era de noche y había bastante viento. Hubo un destello y una nave peluda descendió junto al arco derecho. Sí, una nave peluda. Y con dos orejas de gato.

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