sábado, 2 de julio de 2016

Empatía

Yo tenía sólo 5 años pero me acuerdo del gesto. Se arrodilló para llegar a mi altura, me corrió el pelo de la cara, me miró con compasión. Tenía la mano fría pero no me importó. Su mirada era cálida. Creo que me dijo "¿por qué llorás?" y noté su tono preocupado, sus buenas intenciones. No estoy seguro de cómo reaccioné. No sé siquiera si le hablé. Mi mamá me decía siempre que no hablara con extraños. Pero había algo en esa mujer que me hacía sentir cómodo. Era como una abuela joven o como esa maestra que hasta parece una tía. Sonreía y a uno se le iban secando las lágrimas y se le llenaba de nuevo el corazón de alegría y las piernas de ganas de correr. Nunca supe quién era esa señora. Pero ahora, cincuenta años más tarde, cuando tengo que hacer algo que me da mucho miedo, cierro los ojos y pienso en su sonrisa.

Las mujeres fuertes


Las mujeres fuertes son las que se ríen de sí mismas. Las que no necesitan juzgar a nadie. Son las mujeres que se apoyan mutuamente, las que no necesitan pensar igual para respetar a otras. Son parte de un tejido, ligamentos de una red invisible, raíces de un cambio profundo. Revolucionarias. Silenciosas.

Las mujeres fuertes abrazan y lloran, acunan y abrigan, aman y gozan. Más allá de lo esperado. Sin reproches. Mujeres amigas, madres, nietas, hermanas, abuelas, hijas, ancianas, jóvenes. Con el alma partida, con la consciencia a cuestas, con historias dolorosas, pero amor en el corazón.

lunes, 28 de marzo de 2016

El tachero


El tachero parecía cansado. Las ojeras le marcaban dos surcos en la cara flaca y su voz sonaba apagada. Casi se perdía en el asiento del conductor. Me levanté a las 5 de la mañana y salí de La Plata, dijo al pasar. Ya eran las 10 de la noche. Qué aguante, pensé. Él siguió hablando. Hoy tengo que hacer $2.700 y volver. Tengo a mi hija internada y tenemos que juntar 40 lucas. ¿Viste eso que dicen las viejas? ¿Que lo único que importa es la salud? Bueno, yo te digo que es así. Escuchás a la gente quejarse por pavadas, cosas que pasan. Yo acababa de sacar el 0 km, lo estaba ablandando. Estaba preocupado por el auto. ¡El auto! Y a mi nena mayor se le declaró leucemia. ¿Sabés lo que es que se te venga el mundo abajo? Ya pasaron muchos meses, y gracias al Dr. Pavlovsky que le hizo un autotransplante está saliendo adelante. Hizo un silencio que pareció eterno. No supimos si responder. Por eso, lo importante es la salud. Nos miró por el retrovisor, pensativo. Cuiden a su pibe, disfruten, valoren lo que tienen.

Y en un viaje de veinte minutos, con el estómago y los pensamientos convertidos en un remolino, una sensación de gratitud me invadió el cuerpo. Algo hizo que le apretara fuerte la mano a Octavio, como si quisiera protegerlo para siempre. Él me miró serio, curioso. Agradecí esos ojos curiosos. Y más agradecí que este papá emocionado le recordara a cada pasajero el valor de la vida.