lunes, 28 de marzo de 2016

El tachero


El tachero parecía cansado. Las ojeras le marcaban dos surcos en la cara flaca y su voz sonaba apagada. Casi se perdía en el asiento del conductor. Me levanté a las 5 de la mañana y salí de La Plata, dijo al pasar. Ya eran las 10 de la noche. Qué aguante, pensé. Él siguió hablando. Hoy tengo que hacer $2.700 y volver. Tengo a mi hija internada y tenemos que juntar 40 lucas. ¿Viste eso que dicen las viejas? ¿Que lo único que importa es la salud? Bueno, yo te digo que es así. Escuchás a la gente quejarse por pavadas, cosas que pasan. Yo acababa de sacar el 0 km, lo estaba ablandando. Estaba preocupado por el auto. ¡El auto! Y a mi nena mayor se le declaró leucemia. ¿Sabés lo que es que se te venga el mundo abajo? Ya pasaron muchos meses, y gracias al Dr. Pavlovsky que le hizo un autotransplante está saliendo adelante. Hizo un silencio que pareció eterno. No supimos si responder. Por eso, lo importante es la salud. Nos miró por el retrovisor, pensativo. Cuiden a su pibe, disfruten, valoren lo que tienen.

Y en un viaje de veinte minutos, con el estómago y los pensamientos convertidos en un remolino, una sensación de gratitud me invadió el cuerpo. Algo hizo que le apretara fuerte la mano a Octavio, como si quisiera protegerlo para siempre. Él me miró serio, curioso. Agradecí esos ojos curiosos. Y más agradecí que este papá emocionado le recordara a cada pasajero el valor de la vida.

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