Él la tomó por la cintura, con fuerza. Sus músculos tensos. La atrajo hacia su cuerpo comprimiendo la carne blanda. Fueron piernas entrelazadas, espaldas húmedas y corazones agitados. Sus ojos brillaban. Hacia el final las respiraciones se acompasaron rítmicamente y entonces culminaron, los cuerpos flojos y una sonrisa leve latiendo bajo sus labios. La multitud aplaudió entusiasmada, una señora muy elegante comentó que "no todos los días se podía ver una demostración de tan alto nivel" y el telón cayó, dando por finalizado el Campeonato Mundial de Baile de Tango.
viernes, 25 de julio de 2014
miércoles, 23 de julio de 2014
Mi cuerpo es perfecto
Mi cuerpo es perfecto. Tiene brazos para abrazar, piernas para bailar, pulmones para respirar. Tiene boca para besar y sonreír, y manos para acariciar y escribir. Tiene ojos para guiñar y piel para sentir. Tiene pies para caminar y dedos para hacer cosquillas. Tiene hombros para prestar consuelo y espalda para soportar reveses. Tiene oídos para escuchar y lengua para afilar. Tiene cabeza para soñar, puños para defender y voz para hablar. Sí, mi cuerpo es perfecto. Tiene todo lo que necesito.
martes, 22 de julio de 2014
Agonía
Soy carne mutilada, colgajo sanguinolento.
Soy herida infestada de dolor.
Soy flagelo agónico invadiendo entrañas.
Soy ardor y sufrimiento, sangre y órganos.
Soy piel sensibilizada por la tortura.
Soy nervios retorciéndose de padecimiento.
Soy herida infestada de dolor.
Soy flagelo agónico invadiendo entrañas.
Soy ardor y sufrimiento, sangre y órganos.
Soy piel sensibilizada por la tortura.
Soy nervios retorciéndose de padecimiento.
-Ay, Juan Carlos. ¿Podés dejar de llorar como un nene? Es un cortecito. Tomá, ponete una curita.
Ausencia
Estiro el brazo y te busco. La cama se me hace vacía cuando no estás. Un abismo frío en el que caigo sin darme cuenta. Abro los ojos. No estás. ¿Te fuiste sin avisar? ¿Te fuiste para siempre? La luz tenue de la madrugada me cobija, pero no puedo dejar de sentirme sola. Tu cuerpo tibio me abriga y me protege, ¿dónde estás? Me revuelvo incómoda, las sábanas me pesan y la oscuridad me ahoga. Me siento en silencio, conteniendo la angustia. ¿Te fuiste lejos? El cuarto es un desierto, el aire es espeso y cada vez me cuesta más respirar. Me arrastro sobre mis pies torpes, casi sonámbula. La noche es eterna sin vos. ¿Me dejaste? Siento el sudor helado y el corazón latiendo, el agobio de mis pulmones que colapsan sin remedio. Entonces, cuando empiezo a pensar que sí, que es irreversible tu ausencia y la noche va a tragarme en su negrura llevándose consigo todo lo bueno de la vida, te veo. Estás acurrucado en una silla, roncando. Una bolita de pelos grises. Un pompón felino de amor. ¿Por qué te fuiste de la cama, Tomy?
jueves, 17 de julio de 2014
Despedida
La miró por última vez, recordando. Habían sido tres años hermosos. Momentos compartidos, fotos, miles de emails y mensajes, noches de insomnio. Lo que los unía era fuerte, era una relación de confianza, de armonía, de profunda necesidad. Pero él sentía el desgaste. Por más que intentara seguir sosteniendo el idilio que los unía, en el fondo tenía la convicción de que ya era hora. Había que enfrentarse a la realidad, decir "hasta acá llegamos, es lo mejor", ponerse los pantalones. Aunque fuera duro.
Es que al final uno se acostumbra y cada año se hace más difícil. Y el cansancio crece hasta convertirse casi en saturación, haciendo todo cuesta arriba. Empiezan los problemas de comunicación, la lentitud de respuesta, las múltiples fallas. Nada es igual. Es el momento de un cambio.
Bajó la vista con tristeza, con la sabiduría de quien sabe que toma una decisión dolorosa pero necesaria. Abrió la bolsa y puso la caja de cartón sobre la mesa. Miró maravillado la pantalla brillante de impecable diseño y se volteó para darle un beso a su destruida BlackBerry, casi al pasar, mientras comenzaba a jugar con los íconos del iPhone con el entusiasmo de un nene.
martes, 15 de julio de 2014
Infidelidad
Ese mensaje era una burla. Una burla cruel riéndosele en la cara. Tantos años de lealtad. Tantas palabras de amor. Todo esfumándose en el ínfimo tiempo que tardan dos manos torpes en escribir unas líneas con descuido y presionar Enviar. Lo releyó despacio, sufriendo, torturándose por haber sido tan crédulo. Hundió la cabeza en sus manos con desesperación. "La telefonía celular es el fin del romance" -pensó atormentado- "la decadencia devenida tecnología, la corrupción del alma humana, la invalidación de los sentidos". Su corazón de poeta se colmó de congoja y vergüenza. Repasó en su mente las promesas traicioneras recién descubiertas e imaginó incluso el tono jocoso con el cual el desconocido habría escrito las necias frases plagadas de errores ortográficos. Y sin más preámbulos, la melancolía dio paso a la cólera y un torbellino de improperios brotó como un vómito de su boca. Entonces la ira fue incontenible, se apoderó de sus entrañas, tiñendo sus mejillas de rojo sangre. Exactamente en el preciso momento en que la indigna se acercaba a la mesa, sus miradas se encontraron. Él sabía que tenía que actuar rápido. El bar estaba repleto de gente. Furioso, se puso de pie y alzó el teléfono, agitándolo con desprecio en señal de lamentable triunfo. Ella se detuvo a pocos pasos, suspiró, revoleó los ojos con hartazgo. Pronunció cada sílaba con lentitud y condescendencia, como quien le habla a un bebé que está sacándonos de quicio.
-Sebastián, ¿de nuevo le revisaste la cartera a una mina de otra mesa?
lunes, 14 de julio de 2014
Uno más uno
Llegó a mi vida de imprevisto, como todas las cosas buenas que me pasaron. De pronto tuve un bebé mínimo hociqueándome, acurrucado, tibio. Nos miramos. Tenía unos ojos lívidos, casi transparentes. No sé por qué sentí una catarata. Un océano que me traccionaba. Y me dejé llevar. Lloré lágrimas saladas. Lloré años de soledad. Lloré mi propia infancia. Lloré con mocos. Lloré hasta que de pronto no lloré más. Entonces volvimos a mirarnos. Él lo supo primero. Yo tardé, por supuesto. Nos unimos en un mismo abrazo y las luces se extinguieron. Nos fundimos. Porque, como cada madre sabe, uno más uno en este caso también es uno.
sábado, 12 de julio de 2014
Coraje prudente
Lo sabía. Aun antes de levantarse esa mañana. Lo sabía mientras arrastraba con pesadez sus pies hasta la ducha y mientras desayunaba en silencio, reuniendo argumentos en su cabeza. Y también cuando finalmente se puso el abrigo y salió a la calle, soportando con estoicismo la helada invernal. Lo sabía en el subte, aprisionado entre los cuerpos igualmente malhumorados de cientos de oficinistas. Lo sabía en el momento en que atravesó las cuatro cuadras que separaban la estación de su trabajo. Y cuando finalmente cruzó la entrada y saludó con un gesto desganado a la recepcionista cadavérica. Lo sabía al colocar el código de ingreso, pisar la alfombra dudosamente aseada y caminar hasta la puerta de la oficina del gerente. Lo sabía al sentarse en la silla frente al escritorio principal, observando con odio los adornos pomposos, los portarretratos dorados llenos de sonrisas falsas y las cortinas pasadas de moda. Y claramente lo sabía cuando le dijo que era una excusa de ser humano. Que sus hijos eran crías de una especia demoníaca en extinción, cruza de Satán con rata sarnosa de alcantarilla. Que los únicos valores que conocía eran los que le detallaba a diario su bróker. Lo sabía mientras que, con ingenio desmedido, se reía sin piedad y lo llamaba ególatra, poca cosa e infeliz. Y cuando le aulló con sarcasmo que se iban a hundir, él y todos sus súbditos lamebotas, junto a esa empresa infame de capitales fantasmas. Lo sabía al pronunciar cada uno de los cuatrocientos improperios que había repasado durante tanto tiempo. Lo sabía cuando se paró de un respingo y salió, triunfante, la cabeza en alto y el alma en paz. Lo sabía. Eran las 8 AM y la oficina estaba vacía. Y su jefe estaba de vacaciones en Disney.
PD: Este cuento es parte de Vislumbrando Horizontes, antología de cuentos cortos de Editorial Libróptica.
PD: Este cuento es parte de Vislumbrando Horizontes, antología de cuentos cortos de Editorial Libróptica.
viernes, 11 de julio de 2014
La vida es un boomerang
José fue ese abuelo que acunó a Martín con canciones desafinadas llenas de palabras tiernas, que caminó despacio respetando el paso atolondrado de sus piesitos chuecos, que jugó y rió en el piso como si tuviera 60 años menos, que lo acompañó sin juzgarlo en cada etapa de su vida y lo escuchó mucho, hablándole sólo para hacerle saber que ahí estaba y que lo quería con el corazón.
Mucho después fue Martín el que lo acompañó a José, caminando a su lado con pasos lentos, siempre con una sonrisa de admiración y cariño. No porque le estuviera devolviendo el favor, sino porque no sabía ser de otro modo.
Para aquellos que creen que todo vuelve en la vida.
Excusas
Cuando nos casamos me dijiste: "Vamos a recorrer el mundo, visitemos playas exóticas y volcanes en extinción, crucemos Italia en auto, conozcamos cómo se cosecha arroz en China, trabajemos un año en una colonia menonita". Pero mujer -te dije yo poniendo paños fríos- primero tenemos que trabajar y hacer dinero, después veremos. Al otro año volviste a insistir: "La vida es corta, quiero conocer la India, Japón, Turquía. Quiero nadar en el Mar Negro y volar en aladelta." A lo que te volví a hacer comprender que todavía no era el momento. Pero nunca te conformaste. Cada año un nuevo planteo: "Tengamos un hijo, imaginate un bebé gateando por nuestra casa, llenando esta soledad de risas y llantos, de amigos y de felicidad". "Ayudemos a otros, compartamos las penas de gente desconocida, tenemos tiempo libre, ayudar es bueno". "Salgamos a pasear, hay sol y es un día hermoso, hay tantos museos y restaurantes". "Visitemos a tu familia, yo sé que te extrañan, sorprendamos a tu mamá en su cumpleaños". Y así, hasta el cansancio, tu voz aturdiendo mis tímpanos con inacabables pedidos, reclamos exagerados y comentarios absurdos. Que la vida no es sólo trabajo, que hay más que eso, que los años pasan y no vuelven, que hay que disfrutar. Años y años escuchándote molestarme con tus ideas de libertina, así que te lo digo bien claro: si vas a seguir pidiendo cosas te vas. No soy yo quien te corta las alas, Isabel, es la vida misma. La realidad es ésta y vos no querés verla. Es una pena, pero es así. Isabel, ¿me oís? Isabel. ¿Isabel? ¡Isabel! Isabel...
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