A él, un morocho tan canchero, que con un choripán en la cancha de Chacarita o en chinelas echado en el colchón estaba chocho; justo a él, tenían que enchufarle un chisme. La cháchara la había empezado la chusma de la Pocha, esa chancha cholula, chueca y chicata. Mientras luchaba con el puchero sobre las chispas, entre cacharros chamuscados, choclos, churrascos, cucharas y cuchillos, había chillado que él era un chorro y un chanta. Como chaparrón se escuchó el chimento bajo cada techo. Su honor gauchesco estaba manchado y como buen macho, no podía achicarse ante tremendo fantoche. Pero tampoco podía cachetear a troche y moche... Rechinando como chicharra se marchó, chinchudo por la desfachatez, a buscar revancha.
Llegó a la casucha y chistó, con el pecho henchido, planchándose la pilcha con sus anchas manos. Doña Pocha escuchó el berrinche, chasqueando chicle. Fresca como lechuga chamuyó: “Pero si Usté no es el Cacho del que yo he dicho, el otro es más chiquito, rechoncho y cochambroso. No tiene tanta facha de churro”. Achinó sus ojos azabaches de cochina, ensanchando las pestañas como brochas. “¿No gusta charlar un rato, pachanguear con Los Chalchaleros o Los Charros, jugar un chinchón?, siguió, empachada con el capricho, acolchando el echarpe. El choque lo pinchó, lo enchastró, le dio chuchos. Tenía que despacharse sin derroche, aprovechando que un pichicho feúcho les chumbaba desde la cucha. “Chau… Che… Que me acecha la noche y es la fecha de la chaucha”, chapuceó. Estrechó el trecho por Cochabamba y Echeverría, entre cachivaches, afiches, coches y choferes. Abochornado por el chasco pensó, mientras el pucho se le achicaba, “si me ficharon con este bicho los muchachos de la hinchada más que de chorro, la chapa, va a ser de atrapa-cucarachas”.
Consigna: Escribir un texto con predominio de palabras con CH (2003)
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